Una Cultura que Resiste entre las Dunas

El pueblo saharaui, originario del territorio del Sáhara Occidental, ha sido protagonista de una historia marcada por el despojo y la resistencia. Desde que España abandonó el territorio en 1975, los saharauis han vivido divididos entre la diáspora, los territorios ocupados por Marruecos y los campamentos de refugiados en Tinduf, Argelia. Sin embargo, lo más extraordinario es que, a pesar del exilio y la ocupación, su cultura no solo sobrevive, sino que florece.

La identidad saharaui está profundamente enraizada en la cultura nómada del desierto. Su lengua, el hassanía, es un dialecto árabe con fuerte influencia bereber. La poesía oral, en forma de haikus del desierto, sigue viva, transmitida por generaciones en las jaimas (tiendas tradicionales). La música saharaui combina percusión intensa y cánticos líricos, y forma parte esencial en las celebraciones comunitarias.

La vestimenta, la cocina, los rituales de hospitalidad y la manera de construir comunidad, revelan un profundo respeto por la tierra y los lazos humanos. En los campamentos, a pesar de la precariedad, la educación y la cultura siguen siendo prioritarias. Las escuelas enseñan no solo materias académicas, sino también historia e identidad saharaui.

La resistencia del pueblo saharaui es una lección para el mundo. Resistir, en su caso, no significa solo luchar políticamente, sino también preservar el alma colectiva de un pueblo en condiciones adversas. Y en eso, el pueblo saharaui es ejemplo.